miércoles, 20 de agosto de 2014

La historia de una chica cualquiera

Queridos Suistas, ¡Cuánto tiempo!
Tras un largo silencio, he decidido retomar el blog. Os traigo una historia. Una en la que miles de mujeres en el mundo se ven implicadas a diario en los países desarrollados. Todos sabéis que la influencia de la moda nos ha absorbido el cerebro machacando, a veces, el sentido común y la coherencia. Por esto, he creído necesario compartir mi experiencia,  no por ganas de airearla, sino porque creo que es realmente necesario, y como buena Suista, digo lo que pienso y actúo en consecuencia. Y aclaro previamente,  decir lo que uno piensa implica hablar sobre uno mismo o sobre experiencias vitales, no decir a otra persona qué tiene que hacer ni cómo debe vivir su vida.  Nunca he sufrido sobrepeso. Pero cuando llegó la adolescencia, a eso de los 11 años, comencé una obsesión que me perseguiría de por vida, la obsesión con mi cuerpo. Mi primera estrategia para perder peso consistió en aprender a prepararme la cena. De este modo podía engañar a mi madre sobre lo que había comido. No me fue suficiente, así que mi siguiente paso fue en el colegio. Yo comía en el colegio, y este, no llevaba un seguimiento de los alumnos. Elegía días, en los que me escondía en el patio y no entraba al comedor, así de “fácil” dejaba de comer sin ser atrapada. Como muchas niñas, a los 12 comencé el estirón. Me mataba de hambre cuando nadie me echaba cuentas, y cuando estaba en presencia de alguien de mi familia que pudiera alarmarse, comía. El verano que iba a cumplir 13, fui a un campamento de verano. Allí las monitoras se dieron cuenta de que no estaba bien, y hablaron con mi madre. Medía 1,65, pesaba 46 kg, y me seguía viendo gorda. Mi madre me amenazó con llevarme al hospital, poco después  visité una psicóloga. Continué creciendo hasta alcanzar mi estatura actual, 1,68. Mi peso se estableció en unos 50 kg, pero yo seguía descontenta con mi cuerpo.  Tenía un miedo atroz a engordar, y aunque incluso comía con gula delante de la gente, me saltaba comidas y me martirizaba mentalmente después de una comida copiosa, calculando cuantas comidas tendría que dejar de hacer para reparar el exceso. Esto, lo he seguido haciendo durante muchos años, comer delante de otras personas de forma más “libre” y fustigarme después preparando días de inanición programada. Todos los días, como desayunaba sola, me iba sin probar bocado. En el instituto, a no ser que me muriese de hambre, no compraba ningún bocadillo. Las cenas en mi casa siempre han sido informales, cada uno preparaba lo suyo, esto me daba la oportunidad de no cenar con excusas, o mentir. Ya con 14 estaba un poco más repuesta, conocí a alguien y me centré en esa persona, dejando de lado la obsesión con mi cuerpo. Engordé hasta pesar 60 kg, me quería “morir”. Me insultaba mentalmente por mi “falta de control”. Mi táctica fue hacer una sola comida diaria. Bajé a 55kg, pero me seguía sintiendo gorda.  Con el paso de los años estuve variando mi peso entre los 56 kg y los 62 kg. Ya tenía 20 años y estaba cansada de no poder comer como una persona “normal”. Traté de comer como todo el mundo, lo que me llevó a los 65 kg. Me puse sería y supe que era el momento de descartar cosas de mi alimentación para siempre. Ya tenía 22 y estaba a punto de independizarme. Lo primero en caer, las bebidas azucaradas, después, los dulces (aunque no los comía a menudo) eliminé galletas y magdalenas, y es algo que como muy rara vez. No solía tampoco comer postres, así que de casi nunca pasó a muy rara vez. Me independicé y mi peso permanecía en los 58 kg. A los 23 era realmente consciente de que no estaba gorda, pero seguía teniendo un miedo atroz a engordar, así que lo de no hacer todas las comidas seguía igual. A los 25 conocí a alguien y vivimos juntos durante un año. Como no estaba bien, y a mi pareja le encantaban los fritos, engordé y alcancé el peso máximo que he tenido en toda mi vida: 73 kg. Con mi acumulación en pecho y barriga, (mantengo siempre las piernas delgadas), tenía más de una 115 de pecho. En esa época mi mejor amiga también vivía con su pareja y también aumentó de peso. Cómo ella se fue a otra ciudad, llevábamos tiempo sin vernos. Cuando le abrí la puerta lo primero que me dijo fue: “Coño que pedazo de tetas”,  a lo que yo respondí: “Sí, no me veo ni los pies con este par de melones”. Lo recuerdo con una sonrisa en los labios, porque mi amiga no quería ofenderme, era un comentario sincero, sin dobleces y nada ofensivo, y resalto esto en negrita porque lo que me ha animado a contar esto es algo que me ha pasado recientemente con respecto a comentarios gratuitos no bien intencionados. Un poco después las dos cortamos con nuestras parejas, y mientras tanto adelgazábamos porque la tristeza es lo que tiene, que al menos a mí me quita el hambre. Estaba amargada con mi cuerpo. Durante los meses que tuve ese peso no quería ni mirarme al espejo. A los 27 alcancé los 57kg, y ahí comenzó mi reflexión.  Me comencé a plantear seriamente el porqué de tanto rechazo hacia mi cuerpo. Siempre he defendido que la mujer es hermosa y da igual el peso que tenga. Conocía a chicas, amigas mías, que me parecían preciosas en su talla, fuese la que fuese. Entonces, -¿qué me pasaba?- que no tenía autoestima, cero patatero, nada de nada. Estaba sufriendo un fuerte cambio en mi concepción del mundo. Conocí a la mujer de mi vida, alguien que me acompaña por la vida, y me hace inmensamente feliz. Además, una gran espina que yo tenía era la de no saber a lo que dedicarme, pasando por estudios diversos en los que fracasé y que además no me llenaban. Esto se solucionó, y dentro de un par de cursos termino Filología Hispánica, cosa que me hace muy feliz, y de paso, me ha servido para valorarme más a mí misma. La necesidad de ser “perfecta” para con los cánones de belleza actual se iba diluyendo poco a poco en mi cabeza. Aun así, y aunque ya no me odiaba tanto, tome varias decisiones más sobre mi alimentación. Me pasé a la leche semidesnatada, el Cola Cao dejó paso al café sin azúcar, el azúcar dejó paso al edulcorante. El consumo de pan pasó a ser algo ocasional. Las mayonesas pasaron a ser un capricho (no, no tomaba de eso todos los días, pero sí con algo más de frecuencia que actualmente). Las salsas de nata pasaron a ser salsas con leche semidesnatada.  Claro que, ya con 32, hay que cuidarse más. El “amigo” metabolismo dice que me joda, que las calorías se las queda él, que ya lo he matado de hambre mucho tiempo. He vuelto a coger peso, llevo unos dos años aproximadamente. Mi peso actual es de unos 68 kg. Sí, quiero bajar de peso, pero sin hacer locuras. Lo cierto es, que no desayuno la mayoría de las mañanas, algún día me salto una cena. Pero esta vez me miro al espejo desnuda y pienso: “Coño, estoy buena”. Tengo claro que si quiero pesar 60 kg, cosa que actualmente me parece que está bien teniendo en cuenta que tengo una estructura corporal media y mido 1,68, tengo que vivir el resto de mi vida a dieta. Y también tengo claro, que mis ganas de pesar 60 kg no tienen nada que ver con que pesar 68 me suponga ningún problema para mi salud, ya que entro médicamente dentro del peso recomendado para mi estructura corporal. O sea que, según la medicina actual NO TENGO SOBREPESO. Si quiero adelgazar es exclusivamente por esta obsesión que me ha acompañado toda la vida, y que al menos ahora, es un poco más razonable.

Hace unos días, me pasó algo que ha motivado escribir esto. Algo que a todas nos ha pasado.  Me hicieron ese tipo de comentario, que realmente es muy maleducado, pero que es tan frecuente en bocas ligeras: ¡Estás más gorda, eh! –Ja, ja, ja… mira que bien. Llevo dos años con el mismo peso, 68 kg, y cada vez que me ven, me recuerdan, vaya a ser que no me haya percatado, de que estoy más gorda. Pero lo apoteósico vino después, cuando me comunicaron que es una preocupación siendo tan joven que me pase esto.  A lo que yo respondo, para su horror, que yo no comparto ese ideal de belleza, que hace mucho tiempo que ya no siento que deba estar en los huesos, y que sí, es cierto que no estoy como antes, pero que no me veo gorda. A lo que me responden, que me ponga a dieta. A lo que respondo, que no me da la gana. ¡¡Pero que dieta ni que cojones, si excepto en mi infancia, he estado toda mi vida a dieta!! Y más que a dieta, jugando con mi salud. Esta clase de comentarios, no benefician a nadie. Soy una chica normal, mi historia no es una historia de problemas de salud por el sobrepeso. Sólo la historia de una chica obsesionada con estar delgada, que ya ha dicho basta. La realidad es la siguiente: si quiero adelgazar, debo pasar hambre. Si quiero adelgazar, no es una dieta de unos meses, es una dieta de por vida. Si has llegado hasta el final, has podido leer mi evolución. No abuso de la comida. No me alimento de forma desmedida. La única recomendación lógica es, que si hago deporte, aparte de fortalecer, habrá pérdida de peso. Pero todo sería por una cuestión meramente estética y no médica. Ya está bien de dejar que la moda actual nos vuelva retrasados mentales.  Ya está bien de comentarios estúpidos de personas adultas, personas que pueden hacer mucho daño a chicas adolescentes y a jóvenes. Ya está bien. 

miércoles, 26 de enero de 2011

La obsolescencia programada



Documental en el que se explica cómo hacen para que duren poco las cosas que compramos.Esto es la base de nuestro sistema capitalista y de nuestra sociedad de consumo. Es hora de despertar. No permitamos a las malditas multinacionales que sigan haciéndose de oro a nuestra costa, y a costa de nuestro planeta que pide a gritos un respiro.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

A propósito de la huelga.

Vivimos en una democracia, y yo voy y me lo creo. Los partidos políticos sean cuales sean hacen lo que quieren una vez que son elegidos. Son servidores del pueblo, sus representantes, pero entonces… ¿Por qué no escuchan a todas las personas para las que trabajan? que son nada más y nada menos que todo un país. En cambio nos llevan a la guerra o abaratan despidos, congelan pensiones etc. Da igual el partido, TODOS HACEN LO MISMO, por no mencionar que en nuestra querida democracia tenemos mas de 2 partidos políticos para elegir, señoras y señores, pero todavía no se le ha dado la oportunidad a otros partidos que no sean los de siempre.
Hoy día 29 de septiembre del 2010 tenemos una huelga general. Hemos llegado a esto a causa del desacuerdo que hay hacia la reforma laboral. Ya que supuestamente estamos en una democracia, todo trabajador tiene derecho a huelga. Hasta ahí todo correcto. ¿Pero qué hay de las personas que no quieren ir a la huelga? ¿Por qué tiene que haber una figura llamada “piquete” para obligar a los negocios a cerrar? ¿Es eso una democracia? ¿Personas imponiendo a otras lo que deben hacer? Eso es justamente por lo que protestan ellos. He visto en los telediarios y he oído en la radio las noticias para seguir la huelga general de hoy. Me he encontrado con gente quemando mobiliario urbano, obligando a otros trabajadores que no querían hacer huelga a que dejaran su jornada laboral, algunos incluso por la fuerza. He visto cómo le metían fuego a ruedas de coches, sellaban cerraduras para que nos niños y niñas de España no pudieran acudir al colegio. La lista sigue y sigue.
Hay muchos niñatos/as que usan las huelgas como excusa para poder generar violencia. Es cómo un “hoy todo vale” dejando su conciencia a un lado (si es que la tienen porque algunos ni eso) y se lanzan a romper, quemar, y agredir. Lo mas gracioso es que muchos de ellos/as ni estudian ni trabajan. Por culpa de esas personas las huelgas no son lo que deberían de ser, el derecho de todo ciudadano a protestar por una situación con la que están en desacuerdo. Luego van lloriqueando porque han recibido golpes de manos de la policía o la protección civil, que dos buenos bandos se mezclan. Soy de las que piensan que por desgracia algunos sádicos retorcidos se cuelan en nuestros cuerpos del orden y con la huelga también se dan permiso a ellos y a sus conciencias para hartar de palos al que pillen por su camino. Los niñatos/as los provocan, pero también reciben ciudadanos que sólo querían protestar. Hago hincapié en una cosa y que quede bien claro: NO ESTOY DICIENDO QUE EN TODOS LOS CUERPOS DE SEGURIDAD SE DÉ EL CASO DE COMPONENTES VIOLENTOS, SÓLO DIGO QUE SIEMPRE HAY OVEJAS NEGRAS EN EL REDIL, Y HASTA QUE LOS DESCUBREN Y LOS EXPULSAN, HABRÁN APROBECHADO ESTAS OCASIONES PARA DESCARGAR SU IRA.
Entre unas cosas y otras, en esta huelga habrá de todo menos práctica de nuestro derecho a la libertad.


Dedicado a todos esos niñatos/as que se meten en las manifestaciones y huelgas para pegarse una juerga a base de violencia de todos los tipos.



Por: L. R. L.

martes, 4 de mayo de 2010

Piensa por ti mismo/a.

La influencia de un grupo puede ser en muchos casos un freno para nosotros mismos. Pensar como la mayoría no tiene nada de inteligente o de interesante. Esto pasa en todos los ámbitos, política, música, ideologías, la gente se aferra a las ideologías de los demás para no sentirse desplazado, pero yo quiero hablar de algo en concreto: Cuando la ideología de un grupo de amigos interfiere en las relaciones sociales.
Que uno de los componentes de un grupo se lleve mal con alguien esto no significa que el resto por inercia deba hacer lo mismo. Si no conocemos a la persona juzgada, o la conocemos pero no lo suficiente, no tenemos que cerrarnos a ella por ese motivo. La fuerza de un grupo social hace que se creen rivalidades basadas en supuestos y creaciones verbales a partir de puro humo. La gente siempre merece una oportunidad y más cuando a nosotros no nos han hecho mal alguno.
Vivimos en un país al que le fascina el cotilleo, no nos engañemos, es así en la mayor parte de los casos. A la gente le encanta hablar de los demás, un amigo puede hacer que nos caiga mal otra persona o que lo veamos ridículo simplemente con sus comentarios hacia dicho individuo. Pese a que crecemos y somos adultos sigue pasando lo mismo que cuando iba al instituto.
Recuerdo como marginaban socialmente a uno de los que hasta ahora sigue siendo un buen amigo mío. Se reían de él porque estaba gordo y porque estaba mas aniñado que los demás. Le hacían bromas de mal gusto todo el tiempo, apenas hablaban con él, las chicas ni se le acercaban. Yo nunca he sido popular, estaba entre la gente que pasaba desapercibida, y a mi el muchacho me caía bien, no entendía porqué lo humillaban de esa forma, porqué le hacían el vacío. La cosa llegó a tal punto que en varias ocasiones interferí para evitarle alguna paliza ya prevista por los chulillos de la clase.
Aún más cruel recuerdo en mi niñez a una niña a la que llamaban “Carmen, la pestosa”
Era una chiquilla que vivía de la caridad de las monjas. No tenía familia o esta estaba desestructurada. Las monjas no las cuidaban bien porque a veces olían mal las niñas o estaban desaliñadas. Esta chica sufrió vació en clase desde que entro en 1º hasta que salió en octavo. La clase participaba de burlas y toda clase de vejaciones hacia esa niña. Yo jamás formaba parte de ellas. Si me tenia que sentar a su lado con gusto lo hacia, y me importaba un carajo que el resto siguiera la corriente a los demás.
Volviendo más al presente, hace unos años me vi metida en una especie de complot sin comérmelo ni bebérmelo. Entre dires y diretes me metieron en una historia en la que decían que yo había dicho cosas sobre una chica que apenas yo conocía. El caso es que me hicieron el vacío, y yo decidí alejarme de esa gente porque al fin y al cabo no eran muy importantes para mí. Los mas adultos no entraron al trapo, hoy me llevo estupendamente con todos ellos, pero claro estamos hablando de personas de 30 y pico años. De los jovencillos no sé nada, les perdí la pista, pero que tampoco he hecho por retomar ningún tipo de relación con ellos.
Hay otro factor importante en todo esto: La educación. A mi me tienen que hacer algo muy gordo para que yo le retire el saludo a una persona y hasta ahora en todos los años de mi vida sólo me ha pasado una vez. Pues bien, imaginaos todo un grupo que le retira el saludo a alguien por el simple hecho de que uno de los componentes decide hacerlo. ¿Absurdo no creéis? Sé hasta que punto puede llegar la presión social llevando al individuo quizás parcial, entrar al trapo por el simple hecho de “o estas con nosotros o estas contra nosotros” Y digo yo, ¿que clase de amistades son esas que te hacen elegir como si formaran parte de una mafia?
Somos seres sociales y libres. Tenemos criterio propio. Pensar no cuesta dinero, ni tener tus propias ideas tampoco.
-Las parejas:
Cuando una pareja se rompe, parece que hay que posicionarse de un lado o de otro. Si tengo una pareja de amigos y me entero de que el chico le pega a la chica, esta claro que la amistad con el chico no me interesa. Pero si ya son cuestiones entre ellos, aunque hayan acabado mal, eso a mi no me concierne. Si ninguna de las dos partes me ha hecho nada a mi, ¿quien soy yo para juzgar y desaprobar a una de las partes?
Viví con un chico durante un año y pico, éramos pareja. Él se integro perfectamente en mi grupo de amigos. Cuando la historia se acabó no busqué que mis amigos lo rechazaran, al contrario. Les anime a que si querían quedar con él me parecía estupendo. Han pasado un par de años de esto y tengo una relación muy cordial con mi ex. De hecho lo veo y le pregunto que tal esta él y su familia. No guardo nada de rencor porque odiar a alguien es una pérdida de tiempo y algo que sólo te va a hacer daño a ti mismo y no a la persona que odias. Una pareja puede llegar a hacerse mucho daño, son los efectos colaterales del amor, y a no ser que de por medio haya malos tratos, ese dolor que padecen es exclusivamente de ellos. Por desgracia, la gente no se mantiene indiferente y escucha una y otra vez los lamentos de una persona herida. ¿Qué pasa con esto? Pasa que si te tira mas una parte que otra, terminas por cerrarte a la otra persona. Lo mas gracioso del asunto es que en muchas ocasiones la ruptura no es definitiva. Tú te metes en algo que no te incumbía, te cae mal esa otra persona y resulta que tu amigo/a ha arreglado sus diferencias y tú a causa de dejarte llevar, ya que no es amor lo que la otra persona te inspira, te sigue cayendo mal, sin razón alguna. Lo que también puede llegar a un distanciamiento de las amistades que se posicionaron en su momento, con lo cual puede llegar incluso a la pérdida de las relaciones con ambos miembros de la pareja.
Todo esto me parece terriblemente infantil. Pero así actúan muchísimas personas. Se dejan llevar olvidando su propio criterio y lo que es peor, que esa persona no te ha hecho absolutamente nada a ti.
-Las apariencias:
Un comentario, una forma de vestir, una forma de comportarse en un determinado momento puede hacer que en cuestión de minutos una persona te caiga mal. Todos tenemos un mal día, o hacemos comentarios indebidos alguna vez, pero esas simplezas no forman parte de todo lo que somos nosotros. La mojigatería es otra cuestión de la que tengo que hacer especial hincapié. He comprobado a lo largo de mi vida como gente de mi edad rechaza de forma machista (tanto hombres como mujeres) a féminas que gustan de ataviarse con vestimenta provocativa. O gozan de una libertad sexual sin tapujos. Los comentarios “esa es un putón” siempre me han raído las tripas. Si no se hace daño a otra persona con esto: ¿Por qué hay que posicionarse hacia la perspectiva de nuestro entorno? ¿A caso no vivimos en una sociedad libre en la que cada uno puede expresarse, vestirse o actuar (sin hacer daño a nadie) cómo desee? La envoltura no representa a una persona, una persona se compone de muchísimos mas valores, por tanto, si mi entorno rechaza a otro/a por este motivo, yo personalmente no sigo la dinámica del grupo. Si no que si tengo ocasión de conocer a dicha persona, la conoceré librando mi mente de prejuiciosos comentarios para decidir por mi misma si me es grata o no.
En conclusión, no vivimos en el país de las gominolas en el que todos debamos ser amigos de todos, pero al menos sí pensar con nuestro propio cerebro, sí pensar con nuestro propio razonamiento y no con el que nos presta nuestro entorno o grupo de amigos.

L.R.L.

miércoles, 3 de febrero de 2010

San Valentín, una gran mentira.

¿Sabe alguien quién coño fue San Valentín? y ¿por qué celebramos su día con tanta pasión?, pues para quien no lo sepa San Valentín según la wikipedia:
“San Valentín, que sería ejecutado un 14 de febrero al no querer renunciar al cristianismo, y haber casado a parejas en secreto después de que el matrimonio fuese prohibido por el emperador Claudio II. Otra leyenda dice que es patrono de los enamorados porque su fiesta coincide con el momento del año en que los pájaros empiezan a emparejarse”.

Qué bonito ¿verdad?, pero seguro que hemos celebrado San Valentín, incluida yo, año tras año sin saber siquiera quien o por quien debemos este “día tan especial”.
En San Valentín todos nos volvemos locos, los que no tienen pareja porque se lamentan no tenerla y ver que todo el mundo está celebrando San Valentín menos el/ella y los que si tienen pareja, porque tienen que comprar rosas, hacer una cena super especial y regalarse anillos, pulseritas, calzoncillos y bragitas con corazones, ositos de peluche con un corazoncito que pone “amorcito mío”, piruletas de corazones, cajas de bombones con forma de corazón… vamos, que te vas al Carrefourd, que casualidad, que desde dos semanas antes lo ves todo de color de rojo, que supuestamente es el color del amor y de la pasión, cosa que no entiendo porque para mí el color rojo es el color de la sangre y cuando se ve la sangre es porque está fuera del cuerpo, donde debería estar circulando, es decir, que si se ve esa sangre es porque ha salido del cuerpo y normalmente eso produce dolor a la persona/animal, a quien pertenezca la susodicha, por lo tanto para mi, el color rojo no es el color de la pasión, es el color del sufrimiento, del dolor, de la tristeza…
Pero dejémonos de sentimentalismos, como iba diciendo, estos día entras a cualquier gran almacén y lo ves todo inundado de “gilipolleces” que puedes y repito PUEDES, no DEBES (que son dos verbos diferentes y con diferente significado) comprar, ves cosas que puedes regalar a tu ser amado y ahí entra otra vez el dichoso consumismo, que tanto nos imponen los medios de comunicación. Pero vayamos por partes:

Las rosas: vale, estamos de acuerdo en que las rosas son bonitas y alegran mucho verlas, pero a que cuando se empiezan a pudrir no son tan bonitas. ¿Sabéis que existen invernaderos especializados en el cultivo de flores y entre ellas las rosas? Y no os hacéis la pregunta de ¿por qué? ¿las rosas, a caso se comen?. Estos invernaderos son unas máquinas de polución impresionantes, entre fertilizantes, insecticidas, por no hablar del delito paisajístico que son… causan más daño que benefio, bastante tenemos ya con los invernaderos de frutas y hortalizas, como para que también nos pongan invernaderos de flores, sólo para que el día de San Valentín pueda regalarle Gordito un ramo de rosas a Gordita. Las rosas están más bonitas en los rosales de nuestros jardines, parques y campos que metidas en un florero en la ventana de la cocina ¿no?

Los anillos, ositos, bragitas con corazones… ¿me puedo reir ya? Por favor… XD.

¿No tenemos suficiente con cumpleaños, aniversarios, santos, Reyes y Santa Claus, Día del padre, día de la madre… ¿Sigo? como para también tener que regalar cosas en un día que no sé ni por qué se celebra realmente?

El Día de San Valentín lo inventaron los negocios para hacer negocio, mi padre dice que lo inventó el Corte Inglés, pues mira, no le quito veracidad. Pero los tontos somos nosotros que hacemos caso a todo lo que nos imponen los medios de comunicación, que nos dicen en la tele: “se cuece mejor con Avecrem”, pues vamos y nos compramos 5 paquetes de Avecrem que se lo echamos a todo lo que hacemos en la cocina; que se han puesto de moda las casa rurales, todo el mundo a pasar sus vacaciones a una casa rural, aun que te gustaría más ir al apartamento de la playa de to la vida, que encima, te sale gratis porque es de tus tios. Y ahora nos dicen, Feliz San Valentín, tenemos relojes de corazoncitos a juego para la el Gordito y la Gordita!¡ por favor compraros los relojes! aunque luego miréis la hora en el móvil!!! Que lo dice la tele! Que es un ser muy sabio que sólo mira por nuestro bien!! Y si nos dice también que se ha puesto de moda regalar rosas azules, aunque no existan y las tengan que teñir artificialmente y aunque también, a la Gordita le gusten más las margaritas que crecen en la Vega de Granada, ¡pues no! Gordito le compra un ramo de rosas azules que esa es la tradición que ha creado El Corte Inglés para hacer más felices nuestros días. FELIZ SAN VALENTÍN!

jueves, 7 de enero de 2010

Ir de compras, una felicidad pasajera.

¿Por qué tenemos la necesidad imperiosa de ir de compras?
Parémonos un momento a pensar, ¿Qué me satisface a mi de ir de compras?, en realidad no necesitamos tanta ropa en los armarios, no nos da tiempo a ponérnosla, es más bien la “sensación de felicidad” que nos crea el hecho de ir de compras, pero no nos engañemos, estamos hablando de una felicidad pasajera, algo vanal, no sé realmente si está relacionado con el sexo femenino pero el hecho de probarnos ropa, mirarnos en los espejos con diferentes modelitos y vernos guapas nos descarga “adrenalina” . Luego llegamos a nuestra casa, colgamos toda la ropa en el armario, después de habernos gastado más de lo que deberíamos, nos sentamos a ver la tele y ¿qué tenemos? ¿qué sentimos? NADA. Ese es el sentimiento que te queda después de haberte gastado 100 euros o más en ropa en cuestión de un par de horas, no tenemos nada, porque en realidad no lo necesitamos, no es un coche porque no tenía coche, no es un sobrino, un amigo, un novio, un trabajo, un aprobado… no es nada, es la misma sustancia superficial, artificial y superflua que colgaba antes de nuestras perchas ¿la ropa te divierte? ¿te cuenta chistes? ¿te dice que te quiere? Puedes salir con ella a tomarte un café o te aprueba un examen… NO, no te sirve de nada tener un armario con 4 modelitos casi idénticos de cada cosa, 9 pantalones igualitos, 6 faldas que parecen clones, 8 camisas que en lo único que se diferencian es en el color y sin contar botas, zapatos, sudaderas, camisetas 1000… buff me canso sólo de saberlo. Yo la verdad sinceramente lo único que pienso al gastarme mucho dinero en ropa que no necesito, es que ese dinero no me lo voy a poder gastar en otra cosa, como en ir al cine, salir con mis amigos, ir a cenar, ver un concierto o simplemente hacerle un regalo alguien que te importe porque eso sí que me va a crear un estado de felicidad que no va a ser pasajero. ¡Disfrutad de las rebajas!

domingo, 6 de septiembre de 2009

El uso maldito de las palabras.

Estas enfrente de la persona que te gusta y lo único que se te ocurre es poner cara de póker. Juegas a ser un gran estratega para desconcertar a la persona que ansias arrimarle la cebolleta o vivir un cuento de hadas…¿Y qué es lo que pasa después? Pasa pedazos de mendrugos de pan que eso no funciona. Si ya la cara de “me importas tres carajos” no va bien para estas cuestiones abres la boca y es todavía peor. Nadie en su sano juicio quiere que le hagan daño, en eso estamos de acuerdo. Pero si la información que damos no es la correcta, ¿Cómo va a saber la persona que nos interesa realmente o para qué nos interesa exactamente? Por ese camino desde luego no lo va a saber. Nadie se ha muerto todavía por declararse a otro semejante o confesar su propósito de sexo reciproco. ¿Y si no conseguimos lo que andábamos buscando? Pues un Suista pensaría que hay en el mundo muchas más personas y que además si ese miembro de la sociedad no se ha dado cuenta de nuestra valía no es problema nuestro.
Tenemos miles de palabras en las que podemos aproximarnos fielmente a lo que queremos transmitir. Yo suelo decir siempre lo que "hay o no hay" porque eso facilita las cosas, aunque reconozco, que muchas veces me han comentado que tanta sinceridad me hace vulnerable. Y digo yo ¿Vulnerable a qué? ¿A que alguien sólo quiera acostarse conmigo y piense que mi única intención es esa, cuando en realidad me muero por sus huesos? Que inteligente ¿verdad…? Se dice claro desde el principio y ya a partir de ahí se actúa en consecuencia. Luego tenemos la cagada más monumental. Lo llamaremos “la armadura del cangrejo” La carne por dentro esta tierna pero por fuera su caparazón es muy duro y las pinzas te pueden saltar un ojo. Es sólo una manera de defenderse pero yo en primera persona he tenido esa armadura para mi misma y no me ha servido de nada. La otra persona al final se ha terminado alejando de mí pensando que yo no estaba realmente interesada.
Vamos a dejar de boicotearnos los unos a los otros por favor. Aquí os dejo unos planteamientos rápidos que resumen todo lo anterior:
-Si quiero Fanta no pediré Coca-Cola, porque el camarero va a ponernos lo que le pidamos ya que no es adivino. En el caso de que no tenga Fanta es nuestra responsabilidad hacer otra elección que nos apetezca o en su defecto cambiarnos de bar.
-Si algo lo estamos viendo amarillo digamos que es amarillo, ni crema, ni vainilla, ni ocre… Y si la otra persona lo ve de otro color no es que necesites gafas. Tú lo sigues viendo amarillo así que no te inventes que lo empiezas a ver verdoso por que la otra persona lo ve turquesa.
-Si no sabes la dirección hacia un lugar, pregunta. Si no obtienes una respuesta, camina un poco más y pregúntale a otra persona.
Bueno, ahora aplicar los planteamientos a las relaciones interpersonales, o sea al objeto de vuestros deseos y todo será mas claro y fácil para todos.